Muerte y memoria
Llevando consigo los resquemores de Yom Kipur, Golda Meir se retiró al kibutz Revivim, en la casa de su hija Sara, en donde pasó sus últimos años, hasta que el cáncer la doblegó. El 7 de diciembre de 1978 fue ingresada al Hospital Hadasa, en Jerusalén, donde cayó en estado de coma, falleciendo al día siguiente a las 16:30 horas como consecuencia de su enfermedad (leucemia) a la edad de 80 años.Cuatro días después fue sepultada en el panteón de los «Grandes de la Patria», en el Monte Herzl de Jerusalén.
Lugares e instituciones de Israel y Estados Unidos fueron nombrados en su honor. En Israel, el Boulevard Golda Meir en Jerusalén y el Centro de Artes Escénicas Golda Meir en Tel Aviv. En los Estados Unidos la escuela y biblioteca Golda Meir School en Milwaukee, Golda Meir Square, en Nueva York , Centro de liderazgo político Golda Meir en el Metropolitan State College de Denver
Golda Meir no fue profeta en su tierra. El mundo judío
y la comunidad internacional la recuerdan como una dirigente
carismática y singular; una matrona judía visceral, capaz de sintetizar
la más compleja de las situaciones en una frase sencilla y proverbial,
con acento a yidish. En Israel, en cambio, muchos la recuerdan —especialmente la izquierda—
como una mujer terca y obstinada, cuya incapacidad de ver la realidad y
su actitud intransigente para con los árabes, devino indefectiblemente
en la traumática Guerra de Yom Kipur.
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